Un hombre de Estado al servicio de España

Es difícil despedirse de Alfredo Pérez Rubalcaba. Lo ha sido todo para el Partido Socialista Obrero Español, al que entregó lo mejor de su vida, pero también para España. Su figura —y, ahora, su recuerdo— trascienden las siglas de cualquier formación y son parte ya de la memoria democrática de nuestro país. Es miembro del admirable grupo de personas que, con solo evocar su nombre, nos permite reconocer toda una era de logros y progreso. Con él en distintos puestos de responsabilidad, España cambió para siempre y su legado es tan profundo que solo el paso del tiempo podrá hacerle verdadera justicia y rendirle el homenaje que merece. Hoy llora la familia socialista, pero también el país en su conjunto. Rubalcaba era un hombre de Estado, y como tal se va: admirado y homenajeado por España, sin distinciones ni matices ideológicos.

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